viernes, abril 19, 2024
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Las pseudociencias en el mundo del deporte (II)

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¡Estamos de vuelta! Continuando en la línea de nuestro último post, hoy retomamos el tema de las pseudociencias en el mundo del deporte.

En esta ocasión, vamos a desmenuzar lo que diferencia a la ciencia de la pseudociencia y os daremos algunas claves para evitarlas eficazmente.

Podéis estar tranquilos, porque si hacéis uso de toda esta información no habrá pseudociencia lo suficientemente convincente como para estafaros mediante falsas promesas.

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Hagamos memoria: tal y como aprendimos la semana pasada, las pseudociencias se hacen pasar por ciencia aprovechándose de las personas mediante actos y fines deshonestos.

Pero claro, para saber cómo diferenciar ambos conceptos, nos será de ayuda resolver una cuestión elemental

¿QUÉ ES LA CIENCIA?

La ciencia es un sistema de procesos que estudia las bases y causas de un fenómeno con el objetivo de obtener conocimiento acerca del mismo.

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La ciencia es un procedimiento que combina aspectos teóricos y prácticos por igual, y siempre se encuentra en constante actualización y revisión.

Así, a diferencia de las inmutables pseudociencias, la ciencia pone a prueba sus hallazgos y admite y corrige sus errores para aprender de ellos.

Posee la característica de que se rige por una secuencia de fases denominada método científico, que de por sí sintetiza la esencia de la ciencia.

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Es importante dejar algo bien claro: al distinguir algo como ciencia no hay lugar para los tonos grises. O es ciencia o no es ciencia.

Y para que algo se considere “ciencia», ha de cumplir con los supuestos del método científico: no es una cuestión de opinión o criterio subjetivo.

Aunque concluiremos el artículo dejándoos algunos consejos adicionales, quedaos con que, principalmente, el método científico es lo que separa a la ciencia de la pseudociencia.

A continuación, os describiremos sus etapas y os explicaremos por qué, a rasgos generales, las pseudociencias no cumplen con todos los requisitos del método científico.

EL MÉTODO CIENTÍFICO: UN JUEZ IMPLACABLE

Como hemos comentado, el método científico es una serie de actividades consensuadas por la comunidad científica que se ejecutan con la intención de extraer conocimiento de forma válida y fiable.

Veamos cómo funciona:

1. OBSERVACIÓN E INVESTIGACIÓN DEL FENÓMENO DE ESTUDIO

Esta fase es el pistoletazo de salida del método científico y supone la búsqueda de información preliminar acerca del fenómeno de estudio para poder investigarlo.

Salvo que el fenómeno de estudio sea totalmente nuevo y revolucionario, lo habitual en esta etapa es llevar a cabo una intensa revisión de las teorías y experimentos ya existentes.

Así, podremos cimentar una base lo más sólida posible y determinar “por dónde van los tiros», beneficiándonos de las conclusiones previas de otros científicos.

Observando y recopilando datos, las pseudociencias pueden cumplir con este primer paso del método científico exactamente igual que cualquier otra ciencia.

Pongamos un ejemplo hipotético:

EJEMPLO:

Supongamos que un psicólogo llamado “A», y un vendedor llamado “B», cada uno por su lado, quieren investigar la capacidad atencional de los jugadores de pádel para desarrollar un método que la mejore empíricamente.

Ambos comienzan un proceso de documentación teórica y práctica y proceden a investigar los procesos atencionales en el pádel.

2. FORMULACIÓN DE HIPÓTESIS

En este segundo tramo del método, el investigador aporta su propio granito de arena en base a la información de la que ahora dispone.

Para ello, el investigador enuncia una hipótesis que resumirá su convicción con respecto al fenómeno de estudio.

En cierto modo, formular una hipótesis es como hacer una apuesta o dar un salto de fe, ya que, en este punto, el investigador aún no tiene acceso a resultados fiables que respalden su hipótesis… Tan sólo puede contar con su intuición.

Dado que el enunciado de hipótesis carece de confirmación empírica, lo habitual es que las pseudociencias cumplan con este requisito del método científico sin problema.

EJEMPLO:

Tras meditarlo, “A» decide desarrollar un programa de entrenamiento psicológico que combine mindfulness, flexibilidad cognitiva y visualización para aumentar la capacidad atencional en el pádel.

Por su parte, “B» se propone diseñar, producir e invertir en unas modernas gafas con la hipótesis de que servirán para aumentar la capacidad atencional.

3. EXPERIMENTACIÓN

En este proceso es donde la cosa se pone seria, porque implica plasmar toda la teoría y nuestra hipótesis en forma de experimento científico.

Aquí se incluyen la selección y medición de las variables de estudio y también la medición de los datos a través de herramientas científicas.

Los experimentos de calidad han de efectuarse con mucho rigor y precisión, porque es una etapa tremendamente delicada.

Y más nos vale ser honestos y no “maquillar» los resultados, porque una característica de la experimentación es que cualquier otro científico puede replicar nuestra investigación y saber dónde y cómo hemos hecho la trampa…

Es importante matizar que la experimentación científica es la única vía que sirve para aprobar o refutar una hipótesis empíricamente.

Y sí, lo habéis adivinado: es precisamente en esta tercera etapa donde la pseudociencia se ve incapaz de seguir cumpliendo con el método científico.

EJEMPLO:

“A» pone en marcha su programa combinado de atención y lo testea en una muestra experimental de participantes. Analiza científicamente sus datos… ¡Y los resultados confirman su hipótesis!

“B» intenta demostrar que sus modernas gafas de última generación aumentan la atención, pero por más que lo intenta… No obtiene validez de resultados.

“B» podría detenerse aquí y asumir que, al no aplicar el método científico al completo, no puede esperar hallar pruebas fehacientes que respalden su hipótesis.

Pero “B» sigue adelante: destina fondos a una campaña de marketing muy potente para vender sus “gafas atencionales» valiéndose de publicidad engañosa y resultados ficticios.

A partir de aquí, y por el bien de todos, consideraremos a “B» como un pseudocientífico y, por tanto, dejará de participar en las fases del método científico.

4. ACEPTACIÓN COMO TEORÍA CIENTÍFICA

Podría parecer que sí, pero el método científico no finaliza cuando la hipótesis se da por confirmada.

¿Recordáis que dijimos que la ciencia está en constante revisión y actualización y que acepta y corrige sus errores…?

Las conclusiones de los experimentos científicos se transforman en teorías, pero lo ideal es que otros científicos recojan el testigo y las pongan a prueba para corroborarlas o descartarlas.

La comunidad científica acabará determinando si una teoría es digna de mantenerse o si ha de quedar invalidada… Y debe retornar al proceso de experimentación.

¡A eso se le llama feedback!

EJEMPLO:

El programa combinado de “A» ha supuesto un avance científico y abre la puerta a nuevos experimentos y teorías en el estudio de la atención.

En cuanto a “B», ahí sigue promocionando persuasivamente sus gafas, esperando que alguien pique y las compre porque son… ¿Mágicas? ¿Milagrosas? Mejor no preguntar…

5. ESTABLECIMIENTO COMO LEY CIENTÍFICA

Esta sí es la fase final: la teoría se vuelve ley científica cuando resulta evidente y demostrable que es irrefutable.

El punto equivalente para cualquier pseudociencia o pseudoterapia, es proclamar sin reparo que su método/tratamiento es efectivo e infalible, pese a no sostenerse empíricamente.

Como podréis imaginar, el camino que debe recorrer una teoría hasta convertirse en ley científica exige tiempo, esfuerzo y dedicación…

¡De modo que te deseamos suerte en tu empresa, “A”!

CONCLUSIONES Y SUGERENCIAS PARA EVITAR SER VÍCTIMAS DE LAS PSEUDOCIENCIAS

Hoy hemos compartido con vosotros los pormenores del método científico como principal elemento discriminador entre ciencia y pseudociencia.

Os recomendamos hacer uso de esta información encarecidamente, hasta donde buenamente os veáis capaces.

¡Y es que, naturalmente, no todo el mundo pertenece al sector científico! Pero sí que podemos beneficiarnos de sus hallazgos para evitar ser estafados.

Es por esto que queremos facilitaros algunos consejos para que pongáis en práctica cuando os invadan las dudas tanto dentro como fuera de la pista:

-Emplear la técnica de detención del pensamiento para contrarrestar rumiaciones que os estén provocando desesperanza, inseguridad, frustración o malestar, ya que pueden conducirnos más fácilmente a confiar en pseudociencias y pseudoterapias.

Ser receloso ante determinados términos asociados a la eficacia del método pseudocientífico tales como “milagroso», “alternativo» o “infalible«. Es importante tener sentido crítico y desarrollar cierto olfato para reconocer los patrones de los productos pseudocientíficos.

Indagar acerca de las evidencias científicas de la terapia o método ofertado. Si encontramos incoherencias o contradicciones y los resultados… Lo mejor es desconfiar.

En caso de ser “asaltados” por un pseudocientífico, seamos asertivos: subrayemos las fallas que encontremos en su discurso, por muy técnico y “científico» que parezca. Si los contraargumentos son vagos o endebles… Mala señal.

No confiar ciegamente sólo porque estas prácticas puedan estar avaladas por personalidades famosas o de prestigio (algo muy habitual en el mundo del deporte): en el mejor de los casos, lo hacen desde la ignorancia, y en el peor, son cómplices.

Preguntarle directamente a especialistas de la salud debidamente cualificados y recabar información de plataformas de contenido veraz y científico, como la iniciativa coNprueba.

¡Se acabó por hoy!

En el próximo post concluiremos nuestra trilogía de artículos acerca de las pseudociencias en el mundo del deporte y nos analizaremos casos que, sorprendentemente, son reales.

Creednos: si el ejemplo de las “gafas atencionales” os ha parecido rocambolesco… ¡Os aseguramos que vais a flipar!

¡Hasta la semana que viene, apasionados del pádel!

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Alejandro Domínguez Fernández
Alejandro Domínguez Fernández
¡Hola! Soy Alejandro, psicólogo graduado especializado en la psicología del deporte. He ejercido como tal en el C.D. El Palo y he sido colaborador docente durante 3 años en la asignatura "Psicología del ocio, la actividad física y el deporte" en la UMA. También he realizado investigaciones y publicaciones acerca de los beneficios psicológicos que aporta la actividad física a la población de la tercera edad. Actualmente, redacto artículos en la sección de psicología de AnalistasPadel con la intención de compartir con vosotros todo lo que la psicología deportiva puede hacer por el apasionante mundo del pádel. ¡Espero que mis artículos sean de vuestro interés!

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